La alianza terapéutica constituye un
factor de gran relevancia dentro de cualquier
proceso terapéutico, sin embargo, no siempre ha sido considerado de esta
forma, en especial por los psicoanalistas de la escuela clásica, para quienes
constituía algo secundario. Esta concepción ha cambiado debido al hecho de que
los terapeutas han notado la gran importancia de la alianza terapéutica o
alianza de trabajo dentro de la terapia, ya que esta contribuye a reducir los riesgos
de estancamiento terapéutico y llega a ser la clave para entender la patología
o queja del paciente de la mejor forma.
El concepto de alianza terapéutica desde
la perspectiva del psicoanálisis fue empleado primeramente por Freud en 1913 al
decir que “el primer objetivo del tratamiento es ligar al paciente a la cura y
a la persona del médico”. La expectativa por parte del paciente hacia el
analista y cierto grado de identificación con este es imprescindible para el
proceso y sus resultados.
Greenson (1997), define la alianza de
trabajo como “la relación racional y relativamente no neurótica que tiene el
paciente con su analista”; agregando además que factores como la motivación del
paciente para mejorar o sobreponerse de su mal, su disposición consciente y
racional frente a la terapia, y su capacidad para seguir instrucciones son
elementos importantes en la construcción de una alianza de trabajo o
terapéutica eficaz. Greenson, plantea este proceso como un fenómeno más
racional que se daría entre ambos componentes del vínculo facilitado por el
encuadre, este término no ha sido tenido en cuenta por las diferentes escuelas,
entre ellas la inglesa, a excepción se Meltzer el cual vincula la AT con la
“parte adulta” del paciente.
Se ha hecho hincapié siempre en que
factores como la personalidad, el estilo de trabajo del terapeuta, las
condiciones del contexto en él se desenvuelve la terapia y la propia patología
del paciente intervienen de una u otra forma en que el proceso terapéutico
incluyendo indudablemente la alianza, se lleve a cabo de la mejor forma o no;
sin embargo Zukerfeld en una investigación empírica del proceso de alianza terapéutica
y sus resultados, concluye que la alianza
terapéutica es dependiente principalmente de las condiciones del vínculo y no de variables
del encuadre como la frecuencia o estilo del terapeuta.
Estas conclusiones, las hace a partir de
la investigación en la cual se estudiaron 39 sujetos adultos de la ciudad de
buenos aires, con edades entre 22 y 56 años, los cuales se encontraban en
tratamiento psicoanalítico con un periodo de 1 a 6 años. Los sujetos se
dividieron en dos grupos, el primero formado por 13 estudiantes y 5
profesionales no vinculados al área de la psicología, y el grupo 2, integrado
por 21 psicoanalistas, este grupo a su vez esta subdivididas en el subgrupo A,
el cual estaba conformado por 10 psicoanalistas que realizaban su análisis de
formación de acuerdo al estándar IPA (international psychoanalitycal
association), y el subgrupo B, formado por 11 psicoanalistas que se evaluaban
fuera de esta norma (IPA). A todos los participantes se les realizo una
encuesta semi-cerrada sobre varios aspectos relacionados con su consulta, a su
vez, se les hizo llenar el HRQ (cuestionario de relación de ayuda) y dos
escalas, la PSM (percepción subjetiva de
mejoría), y el estilo de intervención (EI).
En los dos grupos, la mayor prevalecía
en motivos de consulta está dada por problemas emocionales y vinculares que son
mayores en los psicoanalistas, así como la búsqueda de autoconocimiento,
mientras que las problemas físicos solo aparecen en el grupo 1. La mayor parte
de los terapeutas (subgrupo B), son femeninos y están entre los 40 y 60 años,
mientras que los del subgrupo A, predominan los terapeutas mayores de 60 años
de género masculino. Los pacientes del subgrupo 1 se tratan mayoritariamente
hace menos de 3 años (con un mismo terapeuta) en terapias privadas o públicas.
En cambio los psicoanalistas se asisten en su totalidad en consultorios
privados. Las puntuaciones más altas del HRQ corresponden al grupo 1 y al
subgrupo A.
En cuanto a la
baja percepción de mejoría en el subgrupo B (psicoanalistas), se puede expresar
cierta idealización que entendemos como el componente sugestivo de la AT, hecho que puede considerarse previsible
en las condiciones de campo
establecido. Este planteo proviene del hecho de que los aspectos
narcisistas en el vínculo (es decir la circulación del ideal) adquieren una
importancia decisiva dentro del concepto de alianza terapéutica. Es así que si
la confianza y esperanza se mantiene en los analistas que cumplen el estándar
aunque haya poca percepción de mejoría y sensación de imposibilidad de
autonomía, es evidente que la alianza proviene de cierto efecto sugestivo
mínimo.
Por todo lo anterior, se puede decir que
la alianza terapéutica seria el constructo de tres componentes:
- El de sentimientos transferenciales y contratransferenciales sublimados, donde la pareja terapéutica se enlazan con la distorsión del desplazamiento de vínculos como el paterno o materno filial.
- El correspondiente a los efectos de la ubicación del Ideal del yo en el otro que sustenta a los sentimientos de simpatía, confianza, y esperanza que constituyen la base de lo que hemos llamado sugestión mínima o erótica o trófica.
- Correspondiente a la percepción realista del otro que siempre existiría más o menos teñida de transferencias y de sugestión, pero que puede desaparecer tanto en la transferencia negativa hostil, como en la fascinación con o sin componentes eróticos manifiestos.
PREGUNTAS ORIENTADORAS.
1. Explique la importancia de la alianza en el proceso psicoterapéutico?
2. ¿La racionalización como mecanismo de defensa puede contribuir al frenado o menguado del proceso terapéutico al no ser tenido en cuenta por parte del terapeuta?
3. ¿Qué variables se consideran influyentes en el proceso de alianza terapéutica o alianza de trabajo?
ENVIADO POR:
Paola
Karina Gómez Pérez.
Juan
Pablo Rangel Mendinueta.
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